Yo vengo del hoyo.
Vengo de las manos de mi padre y los ojos de mi madre.
Vengo de un hígado destrozado y unos pechos blancos bien negros.
De los vencidos y los condenados, vengo.
Y vengo de esas que quitan los hombres a las otras y,
después,
cuando esas les gritan su pena muda,
ellos las abandonan
y vuelven con las otras.
Nací en un hospital de una mujer y otra mujer porque mi padre no estaba;
él
tocaba un piano en una casa con una hija
a la que amó.
Actualmente disimulo, me maquillo,
me curo en salud.
Pero la verdad es
que yo vengo del hoyo.
Ahhh! Me encanta este poema. Es genial, Manuela. Gracias por inmortalizarlo aquí y compartirlo.
ResponderEliminarUn beso
Felicidades Manuela, bellisimo
ResponderEliminarEste me encanta... besotes.
ResponderEliminarTermina de llorarte, Manuela, para que así consigas rellenar el hoyo y puedas salir a la superficie con un poema de alegría entre tus dientes.
ResponderEliminarEstar dentro del hoyo es indispensable para excavar y encontrar algo tan hermoso como este poema.
ResponderEliminar